¿Qué nos pasa que no sabemos viajar con la familia extensa?

  • (1) Ya no existe en las familias una figura que asuma y gestione el duro trabajo de “acogida” que requiere estar a gusto en una casa con familia (comida, compras, limpieza, orden…).
  • (2) Ya no existe esa persona que manejaba las relaciones afectivas y tenía mano izquierda para minimizar los enfrentamientos (disculpar, agradecer, compensar, desdramatizar…).
  • (3) Está desapareciendo el valor de la familia y se ha dejado de instruir a las nuevas generaciones en la importancia de cuidar las relaciones con los padres, hermanos, primos y tíos, no solo porque muchos de ellos estarán en momentos de verdadera necesidad, sino por los beneficios de sentirnos grupo.
  • (4) No estamos teniendo presente la riqueza que aporta a nuestra autoestima el hecho de tener historia familiar. Para el autoconcepto es importante haber edificado unos códigos familiares que nos hagan sentirnos grupo.
  • (5) La tecnología ha posibilitado el hecho de poder pasar tiempo de ocio sin necesitar relacionarnos con las personas que tenemos alrededor, pero también ha hecho que nuestras habilidades relacionales con la gente más cercana estén reduciéndose.
  • (6) Se está perdiendo la costumbre de viajar en familia, y por tanto desapareciendo los recuerdos de experiencias compartidas, de anécdotas, de complicidad y risas aunque te quedaras sin patatas fritas, no tuvieras un baño libre, alguien se hubiera llevado tus llaves o no hubiese sillas suficientes.
  • (7) Se nos ha olvidado que cada persona es diferente y que todos tenemos cosas positivas, se nos ha olvidado aprender a centrar la atención en lo que sí funciona, se nos ha olvidado que existe el lenguaje interno, que hay personas capaces de razonar y otras que no, se nos ha olvidado disfrutar del momento porque nos enredamos en expectativas o necesidad de reconocimiento, se nos ha olvidado el dejar de imponer condiciones para darnos cuenta que cada uno suele poner lo mejor de sí. Y ya por último, se nos ha olvidado la importancia de querer a nuestra familia extensa.

(Por supuesto, siempre que hayamos tenido una familia sin alteraciones muy graves).