La diferencia entre un buen profesional y un profesional brillante se encuentra en determinados conocimientos de distintas disciplinas entre las que destaca el teatro.
Ojalá, y desde pequeños, los niños conocieran las herramientas que aporta la dramaturgia y supieran utilizarlas. Con un buen profesor/a de teatro podemos mejorar nuestra seguridad, eliminar miedos y aumentar nuestras habilidades sociales.
Pero si además el docente es psicólogo, conseguirá sacar mucho más partido a estos aprendizajes donde la imaginación, la creatividad y el escenario posibilitan un trabajo personal muy saludable para todas las edades.